martes, 11 de diciembre de 2018

NATIVIDAD por THELMA GALVAN


NATIVIDAD

Ya se acerca la noche que la humanidad ha esperado por siglos.  El universo palpita de ansiedad.  El cosmos es cómplice de hacer realidad los deseos del Uno. Los astros todos han hecho su parte  para que todo salga perfecto, encajando sus movimientos, evoluciones y magnetismos como en un rompecabezas sideral para ayudar a la estrella que viene de lejos, del oriente, a llegar al lugar que tiene destinado de señalar desde el principio.  Esperan ansiosos que llegue por fin a su destino y traiga con ella a los sabios frente al Niño Dios.  Ya se acercan, allá vienen. 

El nacimiento del Cristo Jesús ha sido en un pesebre, alejado del oropel y riquezas que le corresponden como Rey, pero es que ya después Él nos aclarará que su reino no es de este mundo.  Ah, pero el Padre tiene sus propios planes y ha enviado a sus ángeles a preparar una digna bienvenida para su Hijo.  Los enviados recorren los valles cercanos y convidan a los más apropiados invitados, los pastores, almas sencillas y sin las limitaciones del orgulloso intelecto que de seguro entenderán todo sin preguntar mucho. Y con ellos sus ovejas y los animales del corral, representantes de la naturaleza creada por el Padre.

Luego llegan a la fiesta del nacimiento los tan esperados Reyes Magos de Oriente montados en sus camellos con regalos para el recién nacido.  Vienen de lejanos reinos siguiendo los signos de los cielos representados por la estrella y de la sabiduría heredada por sus culturas.  Melchor, con oro traído de su misteriosa Persia; Gaspar con incienso de su distante reino y Baltazar trajo la mirra dedicada a los reyes.  Todos originarios de distintos puntos del mundo conocido de aquella época como un símbolo de lo que el Hijo vino a enseñar, de que todos somos hijos de Dios.

Aún después de más de dos mil años se celebra aquél nacimiento, se nos llena el corazón de un sentimiento especial que nos hace sentir alegres y dispuestos a ayudarnos entre nosotros.  Aún después de tanto tiempo perduran las enseñanzas de Jesús de paz, amor, fe y gozo.

 

Thelma Galván

3 de diciembre del 2018