MARITZA TRUJILLO –
CUBA- USA LA SALACION
Vivir en un pais
donde imperan la escasez, atraso en la tecnologia y comunicaciones, es
verdaderamente una desgracia. Lo peor es cuando el territorio es una isla,
donde se hace muy difícil escapar a no ser arriesgándose a morir ahogado o
devorado por hambrientos tiburones.
Esas
consideraciones me las hacía acostada en la colombina* del cuartito que
compartía con mi hermana menor, dias antes de casarme.
Estaba
ilusionada. Al fin mis sueños se iban a realizar- me decía para mis adentros-
Viviré en una
casa grande con una habitación para nosotros dos. No me importaba que la
vivienda fuera la de mis suegros que tampoco eran santos de mi devoción.
Ya tenía las
maletas cerradas para irnos de luna de miel a Varadero, que gracias a las horas
extras y trabajo "voluntario" de mi futuro esposo, ganó el viaje.
Claro que no era gratis, pero al menos disfrutaríamos por unos dias de la playa
desconocida para nosotros ya que los turistas extranjeros o los trabajadores
"ejemplares" eran los únicos autorizados a visitarla.
El vestido de
novia sencillo pero muy bonito, los zapatos y el velo, ya estaban listos.
Llegó el esperado
día. Pasé revista a los preparativos de la modesta celebración: el pastel de
bodas blanco, cubierto de merengue, con la pareja de novios decorando el tope
del mismo. Las cajitas de la merienda que se serviría, consistente en dos
croquetas, dos bocaditos y dos cucharadas de ensalada del pollo que engordamos
previamente para que alcanzara.
En el patio,
dentro de un contenedor lleno de hielo, se enfriaba la cerveza que pudimos
conseguir.
Las tres botellas
de sidra para el brindis, rodeaban el pastel junto a las copas que la tía
Etelvina nos había prestado para la ocasión. No faltaba nada.
Ya vestida con mi
ramito de flores en la mano , me senté nerviosa en la sala.
Pasaba el tiempo
y el auto que mi novio había contratado para llevarme al bufete colectivo, no
aparecía.
De repente, un
chico del barrio tocó repetidamente en la puerta para decirme:
-"Tere, Amaury tu novio llamó. El carro que tenía
“apalabrado” se rompió. Dice que vayas en lo que encuentres. Te está
esperando"-
Casi me desmayo
de la desesperación. Para casarse, era imprescindible sacar un turno con
antelación. Si lo perdía, tendría que esperar para quién sabe cuando. "me
salé"-pensé-
Salí a la calle.
No había vehículos circulando, solo bicicletas. Ni siquiera se asomaba un
carretón.
Entonces,
apareció el camión de la basura. Venía despacio descargando los desperdicios de
los latones que estaban en la acera.
El chofer y su
ayudante que me conocían, me vieron y preguntaron sorprendidos:
-"¿Hoy es el
casorio? ¿Y esa cara? iParece que en vez de " matrimoniarte”, vas a un
velorio!"-
Les conté lo que
pasaba. El chofer temiendo mi rechazo, se ofreció tímidamente a llevarme al
bufete.
Ví los cielos
abiertos. Apresuradamente me encaramé en el camión con traje, velo y el ya
marchito ramo de flores.
LLegué sudorosa y
aliviada a mi destino. El perfume de jazmín cuyas últimas gotas me había aplicado
al salir de la casa, se evaporó en el trayecto, mezclándose con las emanaciones
de la basura.
Los amigos, el
novio y la familia se quedaron atónitos al verme bajar del maloliente camión.
Los “leones”** me
gritaron mientras seguían su camino: "iFELICIDADES!".
*Una especie de
cama pequeña.
** Mote que se
les da a los encargados de recoger la basura en la Provincia de Oriente en
Cuba.
Maritza Trujillo
MAR