Carlos Orlando Colón Rodríguez, nace el 1 de marzo de 1958, en
Cayey, Puerto Rico, un pueblito situado en el corazón de la Isla del Encanto y
cuna de coquí dorado. Cursó estudios de
Ciencias Mortuorias y Dirección de Funerarias en la escuela vocacional Miguel
Such y posee un Bachillerato en Artes y Administración de Empresas de la
Universidad Interamericana de Puerto Rico.
Viajero incansable, sus derroteros por
Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, Venezuela, Colombia, Brasil,
Bolivia, Argentina e Italia, entre otros, le han dado incesante material para
sus novelas y libros de relatos. Es colaborador frecuente en columnas de
opinión y medios gráficos dedicados al humor.
Entre otros artículos escritos y publicados se encuentra Conmemoremos a
Nuestros Muertos, Se murió de Nostalgia, La Tía Dolores, donde expresa y
exhorta a los directores funerario a asesorar a sus cliente, y a rescatar esa
parte que hemos perdido por la rutina diaria que es la sensibilidad, el amor y
sentimiento por aquellos que nos antecedieron.
A oriental a las familias de lo importante que es el duelo. Golondrinas, A Gabriel, La Imposibilidad de
Comunicarnos, La Creación y Hoy le doy gracias a Dios, estos últimos dedicados
al nacimiento de sus nietos Nicholas y Adriel.
El libro “Errores de los Hombres Infieles”
surge hace un par de años, en conversaciones con amigos o escuchado
conversaciones ajenas de cómo, cuando y donde habían capturado a alguien fuera
de base o siendo infiel dio cabida a la recopilación de dato para luego
plasmarlo en papel haciendo reír a muchos al recordar situaciones surgidas a
ellos mismos o algún otro amigo.
El libro “Errores de los Hombres Infieles”
tiene un balance completo y una mezcla entre la parte seria y los problemas que
enfrenta la sociedad con todo lo que es el tema de la infidelidad, así como la
parte humorística que caracteriza a su escritor.
Dios me envió un ángel
Ayer fue uno de eso días en que salgo a vagar por la
calle sin rumbo, sin prisa y sin pausa. Cuando más entretenido iba mirando al
horizonte me tropecé con Alicia, una amiga de la infancia, que durante nuestra
juventud habíamos sido los mejores confidentes.
Nos contándonos todos los chimes de la escuela, quemábamos a todos los
que hacían cosas fuera de orden y aún guardábamos los mejores secretos que
tenemos en común.
Me sorprendió mucho el verla con un niño como, de unos 3
años de edad. De inmediato la abrasé y
le dije: no sabía que te habías casado.
Ella me miró fijamente, me volvió a abrazar y esta vez me dijo a al
oído: << A ti no te puedo mentir.
No me casé. Fui violada en un callejón cerca de mi oficina una noche que
salí muy tarde>>.
Ante la mirada atónita y la expresión de sorpresa en mi
cara, me volvió a decir: <> Sonreí tomándola de
las manos y ella comenzó a contarme.
---Cuando me enteré que estaba embarazada, a la quita
semana de mi violación, fui llorando donde mi papá para decirle que iba a
abortar la criatura, que no quería hacerme cargo de algo que iba a odiar toda
mi vida; él me abrazó con todas sus fuerza y muy despacito me susurro al oído,
<>, yo sacudí la
cabeza como si me hubiesen dado una bofetada.
El siguió diciéndome, di que te hiciste una inseminación artificial, que
te fuiste de parranda o lo que tú quieras, total que le importa a la
gente. Tú siempre le has dicho a todos
que nunca te casarías, quizás este sea verdaderamente el regalo que Dios te
envía para te cuide en tu vejez.
Sin pensarlo dos veces, me propuse seguir el consejo, tan
sabio, que me daba mi papá. Le grité al
mundo que iba a tener un hijo sin dar explicaciones a nadie. Desde hace 3 años
y dos meses cada día que me levanto veo este hermoso niño y
doy gracias a Dios por este ángel que me envió. Me cambio la vida.
Ahora si le grito al mundo que soy la mujer y la madre
más feliz en este mundo.