Belén Merino Martínez.
Nací hace 49 años en una pequeña ciudad de la Rioja, en Santo Domingo de la Calzada. Actualmente resido en Nájera también perteneciente a la misma comunidad. Escribir siempre fue una necesidad, primero de contarme, y después de decir a quien guste leerme en mi perfil de facebook, único lugar donde publico mis textos. No tengo nada editado y ésta es la segunda vez que presento mis letras a un certamen, la primera quedé tercera en un concurso de relatos cortos en un centro de encuentro y ocio en Barcelona, el local se llama Sue. Fue una alegría, aunque la de todos los días es seguir escribiendo en esta forma mía, sin artificios, para gente que siembra, que hace pan, que lo compra, y que me entiendan igual, entre migas, dejando al aire el mantel de lo cotidiano…
Un saludo:
Belén Merino Martínez
-Inevitable-
Es
inevitable,
pasar por esta calle y que no suene aquella música,
a veces la siento colgada en los tendales,
pareciera espera mi aire para quitármelo un instante mientras la noto gatear por el costado,
clavando las uñas,
anudarse al pecho,
abrir la mesilla de las pesadillas
y sacar las fotos de la última despedida.
Se queda paseando por los callejones de mi cabeza,
esos que siempre dan a la plaza de tu nombre,
donde una fuente derrama las penúltimas lágrimas,
siempre vísperas de un final inacabable.
A veces disfrazo el tiempo de hoy
y vuelvo a ser ayer,
sólo por poder seguir siendo y me sorprendo sonriendo,
aunque confieso,
cada vez me cuesta más volver.
Y a veces incluso, llego más lejos y te sueño,
me veo poniendo pinzas a tu ropa
para que no se las lleve el viento,
que no caiga en cualquier otra calle,
como la música nuestra
que no deja de descolgarse del balcón de todas partes...
pasar por esta calle y que no suene aquella música,
a veces la siento colgada en los tendales,
pareciera espera mi aire para quitármelo un instante mientras la noto gatear por el costado,
clavando las uñas,
anudarse al pecho,
abrir la mesilla de las pesadillas
y sacar las fotos de la última despedida.
Se queda paseando por los callejones de mi cabeza,
esos que siempre dan a la plaza de tu nombre,
donde una fuente derrama las penúltimas lágrimas,
siempre vísperas de un final inacabable.
A veces disfrazo el tiempo de hoy
y vuelvo a ser ayer,
sólo por poder seguir siendo y me sorprendo sonriendo,
aunque confieso,
cada vez me cuesta más volver.
Y a veces incluso, llego más lejos y te sueño,
me veo poniendo pinzas a tu ropa
para que no se las lleve el viento,
que no caiga en cualquier otra calle,
como la música nuestra
que no deja de descolgarse del balcón de todas partes...
Belén Merino Martínez
