Vilma Sastre, nacida en La Pampa, República
Argentina.
Miembro Academia Norteamericana de
Literatura Moderna y miembro de ELILUC, Miami, USA.
Mención Especial Certamen Rapsodia Ensamble
de Voces – Buenos Aires. Editorial Mono Armado (2017)
Distinción Personalidad Destacada de la
Cultura en el Encuentro Nacional de Escritores Voz y Contravoz Mar del Plata (2017).
Presentación libro Hacen falta Molinos en
el Encuentro Internacional de Poetas Grito de Mujer 2017 en diversas ciudades
de Granada, España.
Mención Especial Certamen Nacional de
Poesía “Lágrimas de Circe Hacia Itaca” – Mar del Plata (2016).
Presentación del libro Hacen Falta Molinos
y ponencia sobre la poeta Colombia Guiomar Cuesta Corral en el XIV Encuentro
Parlamento Internacional de Escritores de Cartagena de Indias – Colombia (2016).
Ganadora en el Encuentro Internacional de
Poesía en La Habana
–Cuba. 1er.premio prosa poética en Pinar
del Río (2012),
Ganadora en 2008 del 1er.Premio en prosa
por el cuento “Darío el Grande” en Alpachiri –Pcia. De La Pampa y mención especial por
el cuento “El Monte”.
Publicó textos poéticos en Barcelona,
Editorial Errantes, categoría Centón, junto a poetas de la Lírica Española Contemporánea.
Co autora en la obra Teatral “Sabores del
alma” (Buenos Aires en 1998). Co autora en la obra Teatral “Mapas de miel (Buenos
Aires en 1996).
En marzo de 2015 publicó el libro de Poesía
“Hacen falta Molinos”, Editorial Huesos de Jibia, Madrid, España.
Participa de encuentros de escritores en
Argentina y en el extranjero y ha prologado novelas y libros de poesía.
COUPLE (diatriba en la octava más baja)
Se necesitan dos para un reproche.
El uno en posición estática.
Así, laxo, sin pestañear.
In di fe ren te o por el contrario al
acecho (nunca se sabe) pero en silencio.
El otro visceral.
Por este último surgen desde todos sus
poros, como una barba mal afeitada, nervaduras de sonidos que se multiplican y
funden hasta gotear palabras crudas.
Salen espontáneas -digamos- premeditadamente impulsivas y se filtran en
cualquier diálogo pueril.
Es por eso
que vociferan en tonos agudos (alzan el dedo índice en clara señal de
crítica) y destilan al voleo bocanadas de
furia dudosa.
Yo inclino la cabeza y trazo paralelos
entre mi espacio y tus tiempos, pero yo, en resumidas cuentas ¿qué? La melancolía crece como un lago y el
lenguaje repite me repite en balbuceos de sal.
Y bien: el aludido retoma el viejo
subterfugio inmóvil de la piedra ¿o es
una postura de defensa?
Sin embargo vuelve a la carga con
materiales dispersos a saber: murmuraciones débiles, intentos absurdos por quebrantar la mirada
(sin otra profundidad que estar ahí),
algún que otro arrebato en abrir puertas
falsas bajo el sol.
¡Es una estafa! –le grito. Y allí comete el
primer error: confunde aromas.
El visceral contraataca entonces impiadoso.
Y hablo (la voz carnosa) de minúsculos incendios en el hielo, de la
casa de alabastro, de flores maché -aún
persisten- en los escombros del jardín.
Y digo que la arena forma una sola
figura hasta que se desdibuja el anclaje
(triste maniobra del corazón).
Finalmente llega el turno del amor
mayúsculo y del desamor en letra bastarda - mala palabra se escuchan abucheos.
El uno reacciona: Injurias señor Juez, hay tergiversación de
testimonios.
El otro arrastra los párpados a modo de
censura.
Cae una lluvia roja roja.
Se sofocan los bordes hasta desmembrarse en
últimas señales. Me vacío de cuajo, mi
sombra en vilo sobre el regazo tibio.
El uno vacila y no dice no. Apenas un
chasquido de monólogo vulnera su propia lengua ¿hay algo más inútil?
Y sigue ahí con luz ajena y circular – yo
presencié su imagen mientras doblaba prolijamente mi pañuelo.
¿Y el otro?
Si cruzan el umbral de su casa no verán otro objeto (aunque hay miles,
imperceptibles) que un marco vacío
sobre una pared blanca donde cuelga -sin trabas en los pies- mi nombre en voz
alta.