La Nené
La familia de la Nené está
muy preocupada, creen que será solterona. Ni enamorado tiene, mientras que su hermana
Rosalinda pronto se casará con el hijo del Alcalde del pueblo.
El viejo Rogelio y su
mujer se lamentan que no tienen nietos.
La preocupada madre repite
a diario:
-¡Nené, búscate un novio
que te vas a quedar para vestir santos, tu hermana es menor que tú y se te
adelantó!
Ella, aburrida de esa “cantaleta”
sale de la casa como un bólido y se encarama en la mata de mangos. A la hora de
la comida baja de su escondite y a hurtadillas llega al pozo, saca un cubo con
agua, echa a correr y tropieza con las gallinas que arman tremendo cacareo.
Su madre oyó el alboroto
de los animalitos y le grita:
-¡Nené! Deja de andar de
marimacho en el patio y ven a comer.
Entonces la Nené entra a la casa por la
ventana del cuarto que comparte con su hermana, se baña con agua del pozo y aparece
en la cocina con su pregunta preferida:
-¿Ya están los tamales?
La madre tomada de
sorpresa, como siempre da un brinco. Muchas veces se le cae la cazuela, no esta
vez, por suerte solo se atoró con el agua que bebía. Nené, le da palmaditas en
la espalda, zalamera la abraza y entre beso y beso promete que nunca más lo
hará.
La noche le encanta a Nené.
Mira las estrellas, o eso cree la familia. Ella espera que Rosalinda esté
profundamente dormida, para saltar por la ventana y unirse al novio que la espera
en la casa de tabaco. Sí, cuando se canse de este novio, ya le tiene el ojo
echado al repuesto que conoció el domingo en el parque del pueblo.
Llegó un mal día para la
familia. Rosalinda está anegada en llanto, acaba de recibir una fatal carta de
su prometido. Sus padres no podían creer que el hijo del Alcalde rompiera su
compromiso, y mucho menos de esa manera, envió la carta con un muchacho del
pueblo. Cuando lo correcto era que hablase con ellos personalmente, como se
acostumbra.
Pero Rogelio tenía su
orgullo, y su dinero ahorrado. Pasó telegrama a su primo en la capital,
comunicándole que vendería sus tierras, y que dentro de un mes estaría en esa.
Para Nené la situación era
maravillosa, aunque delante de Rosalinda trataba de estar acorde con los
sentimientos de ella, la pobre no tenía consuelo.
Entre los sueños de Nené
estaba el de visitar la capital, y el sueño se cumplió ¡viviría allí!
Se despidió de su mata de
mangos, no sin antes cargar con algunos de los sabrosos frutos para su primo de
la capital. También dijo adiós a las gallinas, y al novio de la casa de tabaco,
al que “se le partió el corazón”, según él.
Al novio del parque no le
dijo ni adiós como castigo, ya que besaba muy mal.