Poemas escritos por Miguel Chillida
Rápida y oscura
Música rápida y oscura
se derrama por las paredes del pensamiento.
Siempre atenta a la afonía de los transeúntes y las miradas perdidas.
El hombre que miraba la luna no estaba aquí,
lo vieron irse, tal vez, cruzando el cielo.
Un teclear inagotable
Un nombre se sobrepone a otros tantos
que han pasado frente a las olas de la vida.
El recuerdo es un sitio poco confortable;
va y viene sin decirlo.
Un caminante solo, en la calle tristeza
devoraba sus pasos al pasar. Sonaba
la melodía extinta, y nos otorgó a todos
un rumor que describió nuestras muertes.
Es lo que ocurrió sin que nos diéramos cuenta,
es lo indecible, lo que pone de cabeza el transito
de pensamientos en la autopista de nuestra mente.
Todo, absolutamente todo,
abandonado por un teclear inagotable.
Declamados por: Pilar Velez
La
fiesta
Nuestros cuerpos
buscándose
entre tanto humo
y trago.
No paran de sonar
las canciones
una tras otra,
como queriéndose
sobreponer
a la realidad.
Nos abrazábamos.
Tu cerveza fría
roza mi espalda,
y yo rozo
los temores.
No respirar.
Sentir las voces
de los otros
en cada rincón del encuentro.
Y de no respirar
ir muriendo,
con la música que cesa.
La sombra suele estremecernos
Recostado
del cemento de los muros,
no
de los muros,
el
tiempo me devuelve la mirada,
se
mantiene intacto
como
si nada hubiera pasado;
es
probable que así sea.
Su rostro conserva las facciones conocidas.
El vestigio de su paso inalterable
registra en mi cuerpo los años que han pasado.
Incorpóreo me abandona.
Yo sigo recostado.
El repaso de los días continúa.