La mujer deseada
Provocar no quisiera tus enojos
Y ni tampoco inferirte agravios
Quisiera haber cumplido mis antojos
Y seguir con mis impuros labios
Besar tu boca y besar tus ojos
Besar después tu negra cabellera
Y en tus hombros besarte largamente
Y en tus tupidos senos como un loco
Besarte con ansias y pasión ardiente
Seguir después y recorrer tu cuerpo
Bajar a la maraña oscura.
Nido de amor, botón de rosa
Y hacerte sentir
Las delicias de boca de amor y de ternura
Si eso llegase a suceder,
Yo te prometo que sabré conservar
Muy bien oculto entre los dos
El mágico secreto
Pues rindiendo a esa pasión culto
De saber ser callado y ser discreto
Por Abelardo Domínguez Ojeda
Barquisimeto, Septiembre 1992
Poeta y declamador cubano-venezolano