domingo, 20 de diciembre de 2009

Angeles Fernangomez - Angela

Ángela tenía mucho dinero, pero no se sentía afortunada


De puro nácar tenía los dientes Ángela, pero… daba igual, no sonreía nunca. Los ojos de Ángela son los más bonitos que jamás he visto, pero el espejo le dijo un día que eran de lechuza, y los escondió tras unas gafas oscuras que nunca se quitaba. Al corazón de Ángela llamó el amor, y llamó…, y ya no llamó más; total… jamás abría.


Nadie, sino ella, hubiera dicho nunca que Ángela era gorda, pero una talla menos siempre era lo perfecto cuando elegía sus vestidos. Y vomitaba a propósito lo que no tenía más remedio que ingerir, hasta lograr ser hueso y piel para seguir viéndose gorda. ¿Tendría Ángela un espejo que todo lo cambiaba?


Un día se marchó. Y no pasó nada. Pero Ángela se perdió la primavera, y el verano siguiente, y el otoño…, y el invierno… Otra vez las estaciones se siguieron sin que nada extraño sucediera. También se perdió hacerse mayor y ver qué pasa.


Pero el mundo seguía, aunque no estuviese Ángela.

Angeles Fernandez Gomez