Ramón Llull
A caballo
hasta el
atrio
de la
iglesia
Raimundo
Lulio
llega en
su osadía
perdido
de amor
por los
amores
de
Ambrosía
su manto
ella
descorre
pudorosa
y el seno
muestra
que una
hiedra
de
cangrejos
carcomía
Cáncer
en
firmamento
constelado
afila
pinzas
con chairas
de
queratina
las
riendas
al
caballo
vuelve
entonces
Ramón
desencantado
del siglo
que veía
esposa e
hijos
deja
toma
hábitos
los de la
clerecía
peregrina
predica
la
palabra
entre la
tribu
de Agar
y
lapidado
la corona
del
martirio
alcanza
en agonía
Atrio
También
yo
—
Raymundo nuevo —
en el
atrio
del
templo
de tu
cuerpo
me detuve
y me
arrepiento
Por Guillermo
Háskel