sábado, 9 de diciembre de 2017

MARTIZA TRUJILLOS-CUBA-USA


                    


MARITZA TRUJILLO-CUBA-USA

LUNA DE MIEL EN VARADERO

 

La pequeña celebración de mi boda transcurrió sin incidente alguno. Solo la tía Etelvina moqueó de emoción al hacer el brindis. Afortunadamente no le dió el patatús como acostumbra en cualquier evento familiar.

Nuestra vida como marido y mujer comenzó en el preciso momento que pusimos un pie fuera de la casa de mis padres.

Desde la ceremonia del matrimonio el dedo gordo del pie derecho me dolía cada vez más. El misterio era que los zapatos me los prestó mi prima Asunción y me quedaban pequeños.

Como la era de la Cenicienta pasó no se me ocurrió eliminar ese apéndice , pero en cuanto llegué al aposento del hotel en Varadero lo primero que hice fué soltar el atormentador calzado con un suspiro de satisfacción.

 

Amaury mi flamante esposo, tomó esa acción como una sutil innsinuación que continuaría con el despojp de las ropas y me abrazó con mucho entusiasmo.

Le expliqué lo que me pasaba y se enfrió un poco. Entré en el baño pues los nervios me hacían orinar muy seguido. Encima de todo la puerta de esa pieza no tenía cerrojo y temía que mi consorte se le ocurriera entrar a participar de ese acto tan privado.

Aclaro que los nervios y todo  lo demás se debía a que yo era virgen, y los cuentos de terror que mis amigas casadas  me relataban me tenían espantada.

En esos tiempos los padres no hablaban de sexo con sus hijos. Ese tema era tabú, así que podrán tener una idea de todas las imágenes que pasaban por mi cabeza.

 

Finalmente después de muchos intentos y dudas, salí del tocador. En la habitación mi impaciente marido me esperaba.

¡Qué espectáculo señores!. No hay nada más hilarante que un hombre en calzones con zapatos y medias.

Lo peor es que yo sabía que aquellos calzones debido a la escasez imperante, estaban confeccionados por mi suegra con las sábanas conseguidas después de sobornar con una gallina a la empleada de una tienda de ropa.

No pude contenerme, me eché a reir con tantas ganas que Amaury se ofendió y se encerró en el servicio.

Me sequé las lágrimas que brotaban a raudales, aguanté las carcajadas y traté de convencerlo que saliera.

Escuché unos ruidos extraños. El inodoro sonaba como si estuviera desbordado. Así era. El agua mezclada con otros ingredientes que salía a borbotones, se colaba por debajo de la puerta.

Me armé de valor entré, ví a mi esposo que trataba de solucionar este problema con un destupidor pero se había desprendido un extremo Esfuerzo inútil.

No quedó otra opción que llamar a mantenimiento y enviaran al plomero.

 

Amanecimos en el lobby del hotel envueltos en quimono y chancletas de goma a esperar que arreglaran el retrete.

Al cabo de unas cinco horas pudimos volver a la habitacion exhaustos, rendidos de sueño. Nos acostamos a dormir como dos hermanos.

Al despertar en la tarde decidimos ir a darnos un chapuzón en la playa, disfrutamos un rato y volvimos al hotel dispuestos a consumar nuestro matrimonio.

Al entrar al dormitorio notamos que el cerrojo de la puerta estaba arrancado.

Todas nuestras pertenencias habían desaparecido. Nos dejaron con lo que teníamos puesto, que eran las trusas prestadas de mis parientes que trabajaban en el área de turismo.

Notificamos este inconveniente a la policía. Ni siquiera recuperamos las maletas vacias. En la tienda de regalos del hotel como una gran excepción, nos vendieron una muda de ropa para que pudiéramos cambiarnos y salir por los alrededores.

 

El disgusto era tan grande que acordamos volvernos a la casa de mis suegros  Menudo susto se llevaron al ver que regresamos antes de tiempo.

Habían transcurrido dos dias solamente. Creyeron que habiamos peleado. Mi suegra se desmayó al vernos y el suegro se atragantó con un pedazo de pan de los bocaditos sobrantes de la boda.

Esta luna de miel fué única en su clase. Inolvidable como una pesadilla.