Compartimos La Busqueda, hermoso cuento de Santiago Gonzalez, miembro-participante de ELILUC.
La Búsqueda
Santiago González García
Marzo 2013
En aquel pueblo vivía un gran sabio al que personas de todo el mundo acudían a ver. Una tarde llegaron tres guerreros, ansiosos por ser atendidos por aquel sabio del que tanto habían escuchado hablar. Después de esperar un tiempo a que el sabio se desocupara entró el primer guerrero.
Hola maestro. - Hola joven guerrero, dime, ¿Qué buscas?
Maestro, tengo una familia a la que amo y a la que tengo que alimentar, que cada noche me espera en casa con ansias y con emoción. Pero no todos los días puedo llevar algo de comer y me duele mucho ver como mi esposa y mis hijos pierden la esperanza y como sufren por no tener los recursos suficientes para tan siquiera comernos un pedazo de pan por las mañanas. Me siento culpable maestro. Yo lo que busco, es una fortuna. Para nunca mas volver a pasar trabajo, para poder pagarles una educación a mis hijos y para que nunca mas falte la comida en la mesa.
El maestro miró hacia el suelo, se puso la mano en la barbilla y le hizo una seña a unos de sus ayudantes para que se acercara a el. Le susurro al oído algo y este se retiro y al regresar traía un cordero en las manos.
Toma este becerro joven guerrero, no hay fortuna mas amada que aquella que es ganada con el esfuerzo y con el trabajo diario. Cría a este cordero, ámalo, cuídalo, protégelo, hazlo parte de tu familia. Que a medida que crezca el también hará lo mismo por ti, a su manera. Su leche podrás tomarla y venderla, también te servirá para hacer distintas clases de productos. A medida que vayas ganando dinero, podrás comprar otro becerro y así, cuando este crezca podrán tener crías y la familia irá creciendo. Poco a poco crearás una fortuna que seguramente te va a servir para satisfacer a tu familia. Recuerda siempre trabajar con amor y darle gracias al becerro cada día por su servicio, que de igual manera, el te va a agradecer a ti por cuidarlo. Suerte en tu vida guerrero!
Muchas gracias maestro, es usted muy amable! En cuanto mi becerro crezca, volveré y le traeré un poco de leche fresca!
Salió el primer guerrero y entró el segundo:
Hola maestro. - Hola muchacho, cuéntame ¿Qué buscas?
Maestro, yo he probado con todo. Desde los números hasta la astronomía, desde las peleas hasta la gastronomía, desde las finanzas hasta la milicia, desde los excesos del alcohol y el sexo hasta la paz de las montañas y el mar. Pero maestro, no he encontrado la felicidad y eso, precisamente, es lo que busco.
Muchacho, dime, ¿Cual es tu mayor pasión? Dime ¿Qué te vuelve loco y te hace sentir el éxtasis de estar vivo?
Maestro, el único motivo por el que me he sentido así es cuando agarro mi laúd y empiezo a tocar varias melodías.
Entonces, ¡Dedícate a ser músico! ¡Que bella profesión!
Maestro, quisiera hacerlo, pero no creo que pueda llegar a ser alguien importante, ya es muy tarde para empezar algo que he tenido como un pasa tiempos toda mi vida.
Muchacho, nunca es tarde para ser feliz y recuerda que tu eres el único que se interpone entre lo que eres y lo que quieres llegar a ser. Para ser feliz tienes que arriesgarlo todo, saltar hacia el abismo, no para morir, si no para desamarrar tus alas, que por estar en tu espalda y no poder verlas crees que no existen. Recuerda siempre, no es ver para creer, si no creer para ver. Todo está en tu mente, las cosas que ves y que tocas, son "reales" porque las crees reales. Si tu crees que no vas a lograrlo, pues no lo lograrás. Pero si crees en ti y sabes que lo lograrás, seguramente así será; porque las fuerzas universo y las energías divinas confabularán para que aquello que deseas y por lo que has luchado arduamente, sea aquello que consigas. Si lo que te hace encontrar el éxtasis y lo que le da sentido a tu vida es la música, ¡No esperes más! Desencadena tu pasión y devora al mundo con tus melodías. Recuerda que tu eres el único dueño de tu realidad, que tu decides quien eres y que tu corazón es la única brújula capaz de decirte hacia donde debes ir.
El muchacho se agachó, hizo una plegaria y con los ojos llenos de luz, le dijo al maestro: Gracias por mostrarme el camino maestro, ahora veo todo mas claro!
Me alegro haberte ayudado muchacho!
Escribiré una canción sobre este momento y en cuanto esté lista vendré a cantársela!
Salió el segundo guerrero y entró el tercero y último de ellos:
Hola maestro. - Hola hermano, ¿Qué buscas?
Maestro, yo crecido en una casa algo dispareja. Mi padre nos abandonó cuando éramos pequeños y a mi madre le tocó, con la ayuda de mi abuela, criarnos a mi hermana y a mi. He crecido en un mundo de mujeres. Puedo decir que las conozco muy bien, sé como piensan, sé lo que quieren decir cuando callan y también sé que significa cada mirada. Pero ahora de grande, que he tratado de encontrar una pareja, cada vez que consigo algo con alguna mujer, termino haciendo cualquier cosa que acaba con todo y sinceramente, no entiendo que estoy haciendo mal. Las acepto tal como son, trato de ceder en muchas cosas, soy comprensivo, pero maestro, con ninguna de las mujeres que me he encontrado en el camino he logrado mantener una relación estable. No duran mas de un par de semanas o de meses, a veces soy yo el que se aburre o a veces soy yo el que se enamora solo. Dígame maestro, usted que es tan sabio. ¿Qué puedo hacer?
Hermano, esto que me estas contando es algo que no me extraña. El hecho de haber crecido entre mujeres no significa que las conozcas bien. Sabes como funcionan, mas no sabes como tratarlas, porque a través de tu vida, las mujeres que mas cerca has tenido han sido parte de tu familia y tu relación con ellas es muy diferente a una relación de pareja. Quizás estás tratando de buscar en tu pareja, inconscientemente, una mujer parecida a alguna de las mujeres que tienes como referencia y al tratarlas como si las conocieras, ellas se sienten en confianza y pasan de verte como una pareja a verte como un amigo con el que no les interesa algo mas allá de una amistad. Eres un buen hombre, y sé que vas a encontrar a una mujer que te complemente y que sea tu compañera en esta vida. Una mujer con la que puedas armar tu familia. Una mujer que te ame y que te acepte tal cual eres. Pero antes que nada, quiero ponerte un ejercicio, es un proceso que aunque sea aparentemente físico, es una metáfora de las relaciones de pareja.
- Miró un momento a uno de sus ayudantes, este se le acercó. Le susurró algo al oído y este se retiro y al regresar traía en sus manos la flor mas bella que el guerrero jamas en su vida había visto.
Toma esta flor hermano, siémbrala en una matera acorde a su tamaño, ponla en un lugar en donde el sol le pueda dar y riégala cada día, sin importar que tan cansado estés, nunca olvides nunca regar tu flor. Porque así vas a entender que una relación se debe enraizar en lo mas profundo del corazón, el amor es una semilla que se siembra, y esta se debe sembrar en las tierras de la honestidad porque si plantamos esta semilla en la tierra de la mentira, no crecerá y si lo hace no será una flor si no una planta carnívora que devorará todo nuestro ser. Entenderás que al igual que las flores necesitan tomar el sol porque esto las alimenta, en las relaciones tiene que haber libertad para alimentarse de la vida, tienen que haber espacios de soledad, al igual que tiempos de compañía. Recuerda que si te interpones entre el sol y la flor, serás una sombra que estorba y que poco a poco destruirá la flor. Y por último aprenderás que al igual que la flor necesita el agua, el amor también necesita que lo rieguen. Nunca descuides a tu flor ni a tu mujer, que no pase ni un solo día en el que le demuestres cuanto la quieres y aunque peleen y discutan y el mundo se venga abajo, no dejes que muera la luna sin haberte reconciliado con ella, ni te duermas sin darle un beso de buenas noches. Recuerda que el amor se sostiene en tres fundamentos, la honestidad, la libertad y la confianza. No quiebres ninguno y ni tu flor se morirá, ni el amor de tu vida se escapará.
El tercer guerrero empezó a llorar por las palabras las maestro. Lo abrazó, agarró su flor y salió por la puerta.
Después de mucho tiempo, se murió el maestro y los tres guerreros que habían ido aquella tarde a verlo fueron a despedirse de el en donde residía su cuerpo embalsamado.
Los tres se pusieron a hablar de como sus vidas habían cambiado después de su encuentro con el maestro y como le agradecían al universo por haberlo puesto en sus caminos.
El primer guerrero, no volvió a pasar hambre y sus hijos estaban estudiando en un buen colegio. Su esposa trabajaba junto a el y ya tenían una finca con varias reses y distintas clases de cultivos. Una parte de la leche de sus reses la distribuía por toda la ciudad y la otra parte se la vendía a grandes fábricas que la utilizaban para hacer productos derivados. La finca se auto-sostenía porque comían lo que sembraban. Entendieron que al igual que la naturaleza era buena con ellos, ellos también debían ser buenos con ella y cuidarla, que al igual que recibir también tenían que dar. Comprendieron que la naturaleza que los rodeaba era su amiga y así se enamoraron del pasto, del sol, del cielo, del viento, de la lluvia. Cada día era un regalo mágico para ellos. Eran felices.
El segundo guerrero, después de haberse encontrado con el maestro había mejorado su habilidad con el laúd. Su nombre era conocido en todo el mundo y era considerado una leyenda viviente. Había encontrado el amor y ahora vivía en una casa a las afueras con su esposa que estaba esperando un hijo y con sus mascotas que al mismo tiempo que lo acompañaban, lo protegían. Sus melodías alegraban la vida de todo aquel que las escuchaba. Encontró su lugar en el mundo y alcanzó la felicidad haciendo lo que mas le gustaba hacer en la vida.
El tercero, aunque no tenía fortuna, ni tenía fama, tenía el tesoro que tanto había deseado. La misma tarde que salió de la casa del maestro conoció a una muchacha que le robó el corazón y poco a poco se fueron enamorando. Construyeron una familia y el jardín de su casa, era el jardín mas hermoso de toda la ciudad. El guerrero había cuidado tan bien de la flor que esta creció tanto y se puso tan hermosa que botó las semillas suficientes como para tapizar los campos. Sin duda, el tercer guerrero también encontró la felicidad.
El maestro desde el cielo los escuchaba y sonreía.