¡No, A La Violencia!
Cuando
Veo al hombre entristecido
Y al niño llorando temeroso,
Cuando
El pájaro ya no canta en la arboleda
Y la huerta abandonó el verdor,
Cuando
El estribillo incendiario
Enmarcado en la mentira encubre
El escenario destructivo de la bomba,
Cuando
Un joven se inmola en su inocencia
Programado por hombres sin conciencia,
Cuando
La multitud enfebrecida
Vocifera cánticos de guerra
Expandiendo el odio como plaga
En la fértil cosecha de la tierra,
Cuando
En el misterio dulce y candente de la aurora,
¡Existe un mundo que sufre mucho y llora!
Le ruego a Dios
Por el cese a la violencia
Y mi corazón adolorido sueña
Con su benevolencia.
Sueña,
¡Que en las calles, las granadas
Se convierten en flores
Que llenan las calzadas!
Que el hombre abraza al hermano sin temor
Y que el niño disfruta su inocencia y su candor.
Sueña,
Que al pájaro le retornó la alegría
Y que los huertos verdes y floridos
Sonrien al mundo con renovados bríos.
Sueña,
Que en las escuelas enseñan la labranza
Haciendo parir la tierra en abundancia
Y que la comunicación
Entre los pueblos se extendiera
Como fértil gusanito
Que produce hermoza seda.
Sueña,
Que el amor le gana la partida
A la indolencia
En la ruleta de la vida, con vehemencia.
Que el odio, la vileza y el hastío
Hacen penitencia y limpian sus pecados
En las aguas del cristalino rio.
Sueña,
Que el rencor se pliega ante el amor,
Inclinando humildemente la cabeza...
¡Sólo así,
Surgirá la ansiada paz entre los pueblos!
Despacio, sin urgencia...
¡Solo así, diremos “No” a la violencia!
Miriam Arencibia de Sarmiento
